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Si Rafa Nadal ha decidido poner fin a su carrera ahora es porque no se habrá visto ya con fuerzas para seguir. Él, que ha luchado contra su cuerpo durante toda su carrera, que ha combatido lesiones con una capacidad de sacrificio incomparable a ningún otro deportista, en particular en el pie, si opta por hacerse a un lado es porque realmente el cuerpo ya no le debe dar más de sí.
Todos los deportistas de élite han tenido que realizar muchos esfuerzos y sacrificios. Seguro. Pero ninguno como Rafa. Es la persona más competitiva que he visto en mi vida, con una mentalidad de superación increíble. Por eso siempre digo que no sé si es el mejor tenista de la historia -¿cómo se valora eso? ¿Por la técnica? ¿Por los títulos?-, pero sí tengo claro que no ha habido otro deportista como él.
Es de los pocos jugadores españoles que no he entrenado. Por desgracia. Pero ahora que dice adiós me viene a la cabeza la imagen de verle con una banderita de España con 14 años, animando en una Copa Davis, y cuatro años después, todo musculado, liderando al equipo español en Sevilla en el 2004 en la conquista de la ensaladera.
Superar cualquier listón
A partir de ahí, fue superando expectativas. No tardó en empezar a ganar Roland Garros, uno tras otro, y nos preguntábamos si alcanzaría a Bjorn Borg. Vaya si lo hizo. Y después nos preguntábamos si podría vencer en Wimbledon, en hierba, y volvió a tumbar a los escépticos. Y luego sobre si ganaría más Grand Slams. Y así toda su carrera, superando cualquier listón. Puede haber discusiones sobre quién es el mejor tenista de la historia. No las hay sobre quién es el mejor que ha habido en tierra batida.
Pero más allá de los títulos, Nadal es un ejemplo. El mejor ejemplo. Para los jugadores, para nosotros los entrenadores y para cualquier deportista en general. De hecho, es un ejemplo social. Por ese espíritu de trabajo duro, de esforzarse hasta el límite, y por esa mentalidad de superación pese a los obstáculos. Se retira no solo un campeón del tenis, sino del deporte mundial.
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