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Fue su primer Clásico. Siempre lo había visto desde París, o desde donde le llevara el calendario del PSG. Seguramente tenía buenas sensaciones antes del partido, al fin y al cabo le había marcado seis goles al FC Barcelona en partidos europeos. Pero en el día de mañana, cuando le pregunten cómo fue su estreno en el partido de más resonancia mundial, tendrá que torcer el gesto.
Uno de los mejores delanteros del mundo chocó contra un portero que juega con la lupa encima. Iñaki Peña se ha asegurado la titularidad unos cuantos partidos más gracias en buena parte a la falta de acierto de Mbappé. O el suyo propio. Le paró todo lo que chutó. «Muy contento con el partido, a nivel individual y a nivel colectivo», dijo el cancerbero, que recibió el abrazo de sus compañeros al acabar el encuentro y los elogios de Hansi Flick. «Estoy muy feliz por Iñaki, ha estado fantástico y ha sido muy importante en dejar el casillero a cero», señaló el entrenador alemán.
Mbappé se embarró también en los fueras de juego de forma repetida. Buscó la espalda de los defensas azulgranas desde la posición de delantero centro, donde le ha colocado Carlo Ancelotti en el Madrid. Chasco detrás de chasco. Las estadísticas indican que los liniers levantaron el banderín en doce ocasiones por posición irregular de los jugadores madridistas, y siete de ellos fueron por culpa del delantero parisino de 25 años. La frustración se le hizo visible.

Lamine Yamal abraza a Lewandowski tras un gol / Valentí Enrich
Y cuando pudo romper la línea adelantada de la defensa barcelonista, disparó con la mirilla rota. En el primer minuto erró una ocasión clamorosa y pareció que marcó el tono de su actuación. Disparó en tres ocasiones a puerta y las tres veces tropezó con el cuerpo o los brazos de Peña. Alicaída noche la suya.
Comprensivo Ancelotti
Ancelotti se refirió a esta circunstancia en la rueda de prensa posterior. «Sabíamos que jugarían con la línea alta y no es fácil. Por poco no la rompemos en varias ocasiones y cuando lo hemos hecho a Mbappé le ha faltado más acierto. Estas cosas pasan», dijo.
Mbappé acertó una vez. Y se puso a celebrar como un poseso cuando creyó que su remate a gol significaba el 1-0, cuando pensaba que por una vez no estaba en posición ilegal, se veía el héroe de un Clásico, dejando por fin atrás su irregular inicio de temporada con la camiseta blanca. No fue así. Lo que no vio el asistente arbitral, lo cazó el VAR. Sí, de nuevo fuera de juego. Su cara fue un tormento.
Lleva Mbappé seis goles esta temporada, tres de penalti, y ayer no incrementó la cuenta. En el pulso de nueves con Robert Lewandowski, el polaco le sacó ayer unas cuantas cabezas más de ventaja. El pulso está 14 goles a 6 en Liga. Mucho deberá espabilar el francés para atraparle.
No será fácil. Lewandowski es un futbolista cargado de vitaminas e inspiración, con una chispa atacante digna de las mejores épocas. Y el esquema de Flick parece que le encaja a la perfección. «Cuando empezamos dije que quería crear un ambiente en el que los jugadores pudieran desplegar su mejor juego. Su mentalidad es excelente y hoy hemos jugado muy bien y estoy muy contento», comentó el alemán, «feliz de trabajar y vivir en Barcelona», según dijo cuando en esta ciudad que tanto le gusta empezaba a celebrar un triunfo apoteósico.
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