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La genómica parecía el siguiente paso lógico. Tras analizar muestras de ADN de carderas procedentes de Norteamérica, Europa y África, los científicos descartaron Norteamérica (el lugar más cercano a la Guayana Francesa) como población de origen.
Para añadir aún más pruebas, los científicos aislaron ADN de algunos de los granos de polen adheridos a las alas de las mariposas, lo que a su vez permitió identificar las plantas que habían visitado antes de llegar a Sudamérica. La mayoría de la docena o más de especies de plantas tenían amplias áreas de distribución, lo que no ayudó mucho.
Sin embargo, dos especies (Guiera senegalensis y Ziziphus spina-christi) sólo florecen al final de la estación lluviosa en África Occidental. En otras palabras, la prueba estaba en el polen.
El equipo no se detuvo ahí, sino que evaluó los isótopos, o diferentes variedades, de átomos de los elementos hidrógeno y estroncio en las alas de las mariposas sudamericanas, lo que confirmó que todas habían nacido aproximadamente en el mismo lugar.
A partir de toda la información isotópica, el equipo elaboró un modelo de los ecosistemas que proporcionarían un hábitat adecuado a los insectos, que apuntaban al Reino Unido, Irlanda, Francia, Portugal, Malí, Senegal y Guinea-Bissau.
En conjunto, los científicos concluyen con un alto grado de certeza que las Vanesas de los cardos nacieron en Europa Occidental antes de viajar a África Occidental. Luego pasaron de cinco a ocho días planeando sobre el Atlántico con vientos favorables antes de aterrizar en la costa sudamericana, donde las encontró Talavera.
«La combinación de estas técnicas nos está ayudando mucho y nos está llevando a lugares donde antes no podíamos llegar», afirma.
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